UN CAMBIO DE CIENTO OCHENTA GRADOS
No te sorprendió cuando os informaron en una reunión de trabajo sobre
la existencia de una lista de al menos cuarenta y tres trabajadores, de
diferentes especialidades y categorías, que dejaríais de formar parte de
la empresa. Varios ERES. Era el principio de que las cosas no iban
bien. En los últimos cinco meses el aliento estaba abatido, se te hizo
cuesta arriba presentarte cada día en tu lugar de trabajo, no sabías si
te remunerarían el sueldo entero o parcialmente y esperaste, como si de
migajas se tratase, que al menos te pagaran algo cada mes.
Respiraste hondo y mentalmente la calculadora se puso en marcha cuando
supiste que percibirías la mitad del salario. Con una sonrisa triste
dejaste caer los hombros que sin darte cuenta los tenías erguidos a
consecuencia de una tensión involuntaria y pensaste... “¡Dios!. Mi ánimo
está condicionado por el desconsuelo”. ¡Durante cinco meses la misma
sensación, la mi...
sma
angustia!. Cada vez que hubo una asamblea, sacaste las uñas como si
fueras una leona luchando por el bocado de tus crías. Intentabas que
comprendieran no sólo tu situación, también la de tus compañeros y como
tú, algunos/as también alzaron la voz. Aunque de poco sirvió
No te
extrañó que tu nombre, estuviese en aquella lista, destinada a que todos
los que perteneciesen a ella, pasasen a formar parte de la empresa más
grande de nuestro país, la INEM.
El reloj lo dejaste encima la
mesita desde que te informaron que estabas libre de las ataduras de las
horas. Disfrutas del amanecer los días que el sueño se encuentra
satisfecho antes de que salga el sol. Unos días te diriges caminando
hacia la playa - uno de tus rincones favoritos – y contemplas el inmenso
mar, dejandote acariciar tus piernas por sus espumosas olas. Otras
veces, sales a pasear de la mano de Isidro, tu marido, y os paráis a
contemplar pequeñas cosas que tú con las prisas no te percatabas que
estaban ahí. Después de comer, disfrutáis de las charlas en una
sobremesa sin fin, habláis de anécdotas, recuerdos y hacéis referencia
que quizá son más suerte que desgracia los acontecimientos recientes. Al
menos en estos momentos donde las circunstancias dieron la vuelta de
ciento ochenta grados. Isidro te hace ver la parte positiva del momento.
A pesar de todo, te encuentras muy relajada, como hace mucho tiempo no
te sentías.
El optimismo es tu determinación y disfrutas de
la compañía de la persona que está a tu lado y te recuerda que... de
situaciones peores salisteis. “No vive mejor el que más tiene, sino, el
que menos necesita”, te dice subrayando la frase “y... nosotros
necesitamos muy poco”, te sigue diciendo a la vez que te mira fijamente.
UN CAMBIO DE CIENTO OCHENTA GRADOS
No te sorprendió cuando os informaron en una reunión de trabajo sobre la existencia de una lista de al menos cuarenta y tres trabajadores, de diferentes especialidades y categorías, que dejaríais de formar parte de la empresa. Varios ERES. Era el principio de que las cosas no iban bien. En los últimos cinco meses el aliento estaba abatido, se te hizo cuesta arriba presentarte cada día en tu lugar de trabajo, no sabías si te remunerarían el sueldo entero o parcialmente y esperaste, como si de migajas se tratase, que al menos te pagaran algo cada mes.
Respiraste hondo y mentalmente la calculadora se puso en marcha cuando supiste que percibirías la mitad del salario. Con una sonrisa triste dejaste caer los hombros que sin darte cuenta los tenías erguidos a consecuencia de una tensión involuntaria y pensaste... “¡Dios!. Mi ánimo está condicionado por el desconsuelo”. ¡Durante cinco meses la misma sensación, la mi...
No te sorprendió cuando os informaron en una reunión de trabajo sobre la existencia de una lista de al menos cuarenta y tres trabajadores, de diferentes especialidades y categorías, que dejaríais de formar parte de la empresa. Varios ERES. Era el principio de que las cosas no iban bien. En los últimos cinco meses el aliento estaba abatido, se te hizo cuesta arriba presentarte cada día en tu lugar de trabajo, no sabías si te remunerarían el sueldo entero o parcialmente y esperaste, como si de migajas se tratase, que al menos te pagaran algo cada mes.
Respiraste hondo y mentalmente la calculadora se puso en marcha cuando supiste que percibirías la mitad del salario. Con una sonrisa triste dejaste caer los hombros que sin darte cuenta los tenías erguidos a consecuencia de una tensión involuntaria y pensaste... “¡Dios!. Mi ánimo está condicionado por el desconsuelo”. ¡Durante cinco meses la misma sensación, la mi...
sma
angustia!. Cada vez que hubo una asamblea, sacaste las uñas como si
fueras una leona luchando por el bocado de tus crías. Intentabas que
comprendieran no sólo tu situación, también la de tus compañeros y como
tú, algunos/as también alzaron la voz. Aunque de poco sirvió
No te extrañó que tu nombre, estuviese en aquella lista, destinada a que todos los que perteneciesen a ella, pasasen a formar parte de la empresa más grande de nuestro país, la INEM.
El reloj lo dejaste encima la mesita desde que te informaron que estabas libre de las ataduras de las horas. Disfrutas del amanecer los días que el sueño se encuentra satisfecho antes de que salga el sol. Unos días te diriges caminando hacia la playa - uno de tus rincones favoritos – y contemplas el inmenso mar, dejandote acariciar tus piernas por sus espumosas olas. Otras veces, sales a pasear de la mano de Isidro, tu marido, y os paráis a contemplar pequeñas cosas que tú con las prisas no te percatabas que estaban ahí. Después de comer, disfrutáis de las charlas en una sobremesa sin fin, habláis de anécdotas, recuerdos y hacéis referencia que quizá son más suerte que desgracia los acontecimientos recientes. Al menos en estos momentos donde las circunstancias dieron la vuelta de ciento ochenta grados. Isidro te hace ver la parte positiva del momento. A pesar de todo, te encuentras muy relajada, como hace mucho tiempo no te sentías.
El optimismo es tu determinación y disfrutas de la compañía de la persona que está a tu lado y te recuerda que... de situaciones peores salisteis. “No vive mejor el que más tiene, sino, el que menos necesita”, te dice subrayando la frase “y... nosotros necesitamos muy poco”, te sigue diciendo a la vez que te mira fijamente.
No te extrañó que tu nombre, estuviese en aquella lista, destinada a que todos los que perteneciesen a ella, pasasen a formar parte de la empresa más grande de nuestro país, la INEM.
El reloj lo dejaste encima la mesita desde que te informaron que estabas libre de las ataduras de las horas. Disfrutas del amanecer los días que el sueño se encuentra satisfecho antes de que salga el sol. Unos días te diriges caminando hacia la playa - uno de tus rincones favoritos – y contemplas el inmenso mar, dejandote acariciar tus piernas por sus espumosas olas. Otras veces, sales a pasear de la mano de Isidro, tu marido, y os paráis a contemplar pequeñas cosas que tú con las prisas no te percatabas que estaban ahí. Después de comer, disfrutáis de las charlas en una sobremesa sin fin, habláis de anécdotas, recuerdos y hacéis referencia que quizá son más suerte que desgracia los acontecimientos recientes. Al menos en estos momentos donde las circunstancias dieron la vuelta de ciento ochenta grados. Isidro te hace ver la parte positiva del momento. A pesar de todo, te encuentras muy relajada, como hace mucho tiempo no te sentías.
El optimismo es tu determinación y disfrutas de la compañía de la persona que está a tu lado y te recuerda que... de situaciones peores salisteis. “No vive mejor el que más tiene, sino, el que menos necesita”, te dice subrayando la frase “y... nosotros necesitamos muy poco”, te sigue diciendo a la vez que te mira fijamente.